Como población habitante de una de las zonas mayas más ricas con vestigios arquitectónicos, pictóricos, glíficos y monumentales, tenemos la obligación social de conocer algunos de los elementos constitutivos de la grandeza de la que nos enorgullecemos. Por lo tanto, presento a ustedes la siguiente investigación para que tengamos una pincelada cultural acerca de los criterios empleados por los científicos “mayistas” que se han preocupado desde hace ciento diecisiete años por investigar, conocer(interpretar), descubrir y dar a conocer la interpretación de los glifos y lo que no sabemos acerca de nuestros antepasados.
Científicos rusos, alemanes, españoles, estadounidenses, mexicanos, italianos, australianos, entre otros, dejaron parte de su vida en la investigación de la cultura maya, por supuesto, cada uno hizo las interpretaciones a su buen entender; lo que dio como resultado la maravillosa interpretación de sucesos de la vida diaria, acontecimientos religiosos, políticos y sociales de la población maya.
Aprovechando la inquietud que ha causado la “profecía maya” del final del mundo el próximo día 21 de Diciembre, es necesario hacer una revisión a los conocimientos que de la cultura “maya” tenemos los guatemaltecos, pues que hay muchas interpretaciones religiosas de todo tipo acerca de un solo acto, hecho, circunstancia o acontecimiento predicho.
La fecha del 21 de diciembre de 2012 citada en dichos glifos generó una gran cantidad de especulaciones sobre presuntas “profecías mayas del fin del mundo”, versión que ha sido rechazada por los arqueólogos y epigrafistas. Mientras para unos el fin del mundo para otros es la extinción de la Humanidad y para otros, es el ascenso a un nivel superior o un cambio radical en la manera en que vivimos o el inicio de una nueva era.
Calendario maya
Según los especialistas, Sven Gronemeyer y Barbara Macleod, de la Universidad de La Trobe (Australia) los mayas crearon un calendario con base en un período de 400 años, denominados “baktunes”; cada era está compuesta de 13 ciclos de 400 años que sumaban 5125 años y, según su cuenta, la era actual concluía en diciembre de 2012.
“La aritmética del calendario maya demuestra que la terminación del décimo tercer Bak’tun simplemente es el fin de un periodo y la transición a un ciclo nuevo, aunque esa fecha está cargada con un valor simbólico, como la reflexión sobre el día de la creación”.
En la visión maya al final de cada era se completaba un ciclo de creación y comenzaba otro, y en esta inscripción se menciona que el 21 de diciembre “sería investida la deidad Bolon Yokote”, un dios vinculado con la creación y la guerra, que participó en el comienzo de la actual era, que se inició el 13 de agosto del año 3.114 a C. El epigrafista alemán indicó que esa inscripción está ligada a la historia de la ciudad maya de Tortuguero, en la que se cita al gobernante Bahlam Ajaw (612-679 d.C.) como futuro participante en un evento del final de la actual era.
Los mayas poseían el calendario más exacto hasta hace bien poco y que aún nos sorprende por sus conocimientos; en la visión maya, al final de cada era se completaba un ciclo de creación y comenzaba otro, las predicciones mayas para diciembre de 2012 no aluden al final físico del mundo, sino al retorno del dios Bolon Yokote, que regresaría al término de una era y el comienzo de otra, según una nueva interpretación divulgada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) de México.
En el Continente Americano, el grupo humano que expresó de forma más esplendorosa su pensamiento fue el de los Mayas; lo anterior no es una falsa modestia ni pretendemos hacer una apología de estos pobladores mesoamericanos, quienes a través de su escritura tuvieron la oportunidad de legar a las civilizaciones posteriores una evidencia documental que se refiere a casi todos los acontecimientos de la vida diaria, ceremonial y espiritual de los mayas.
Desde los años treinta del siglo (1800) es decir, muchos eruditos, investigadores, arqueólogos, arquitectos, ingenieros, lingüistas y una muy extensa gama de especialistas, se dedicaron con pasión al estudio de la iconografía y epigrafía maya, porque fue y es tanto el misterio que tienen implícitos sus glifos, que retan a conocerlos, estudiarlos y descifrarlos para encontrar “la verdad maya”.
Para los guatemaltecos, el decir que somos mayas significa un problema cultural muy serio, y lo calificamos de problema porque muy pocos naturales de esta región mesoamericana, tenemos los elementales conocimientos acerca de la cultura que nos enorgullece ante el mundo. Nos quejamos que casi sólo extranjeros escriben libros acerca de la cultura maya, sin embargo, pocos guatemaltecos han decidido lanzarse al campo de la investigación para dar a conocer sus hipótesis, tesis y trabajos al respecto.
Las escuelas antropológicas y arqueológicas de Rusia, Estados Unidos, Francia, España y Alemania, fueron las que trataron de encontrar métodos y tendencias investigativas en busca de la solución a este reto. Por esa razón hemos sido motivados a escribir algo al respecto, hoy presentamos a ustedes algunos aspectos históricos de suma importancia, considerando que deben ser conocidos por la población en general.
En Copenhague, hace unos sesenta años, se realizó un Congreso de Americanistas, donde fueron presentados trabajos muy importantes que persiguieron solucionar el interesante problema de la interpretación de los glifos mayas. Las conclusiones del mismo fueron publicadas en un boletín de la revista de la Sociedad de Americanistas de París, el cual contiene las tesis de varios de los trabajos allí presentados.
A continuación presentamos los principales fundamentos de las diferentes tendencias o escuelas de investigación mayistas para el desciframiento de la escritura maya y los extractos de los trabajos rendidos por los investigadores en ese Congreso.
ESCUELA RUSA
El investigador ruso Knorosov, en su trabajo realizó una especie de declaración de existencia de una escuela rusa de mayismo, la cual fue simbólicamente inaugurada con la traducción al idioma ruso de la Relación de las cosas de Yucatán cuyo autor fue Diego de Landa.
Kronosov propuso una revisión total del problema de la interpretación de los glifos, y una vuelta a los métodos fonéticos que se apoyan en una interpretación literal del pequeño alfabeto que legara Diego de Landa al final de su obra “La Relación de las cosas de Yucatán”. Kronosov estudió brevemente con este objeto, la constitución silábica del maya clásico y aplica a cada uno de los tipos fonéticos un glifo acomodado.
En 1,944 la doctora Tatiana Proskouriakoff logró establecer una secuencia de gobernantes y sus ascensiones al poder para Piedras Negras, Petén, Guatemala que la llevaron a ella y a un reducido grupo de investigadores a encontrar nuevas informaciones, de carácter histórico, valiosísimas para el conocimiento de los mayas, única cultura que ha tenido este marco cronológico e histórico, basado en fechas, gracias a su escritura glífica, caso aislado en el panorama del mundo precolombino americano.
Otro de los artículos citados, a manera de respuesta fue redactado por el investigador alemán T.S. Barthel, quien no disimuló el poco aprecio que le mereció la teoría del profesor ruso Kronosov. La consideró un regreso injustificado a métodos anticuados y propuso a la consideración de los lectores el espectáculo de las dos grandes corrientes del mayismo: americana y alemana – que según él – llegaron a una especie de fusión en las publicaciones de los investigadores Eric Thompson y Gunter Zimmermann, demostrando así la validez de los elementos esenciales de ambas y abriendo el camino a la esperanza de una solución del problema.
Sin embargo, el optimismo en la mayor parte de los investigadores no fue del todo completo, el mismo Barthel confesó que: aunque el desciframiento de los glifos mayas adelanta siempre, sería ilusorio esperar una lectura completa de los textos correspondientes. Nos basta – dijo – llegar a comprender el sentido de la vida, la conciencia del mundo y aquella fusión del hombre y naturaleza que se revela en los misterios mágicos del calendario maya.
J. Eric S. Thompson llegó a resultados parecidos, no creyó que se fueran a encontrar revelaciones de tipo histórico; consideró que la acentuación maya en el período mágico de los glifos interpretados es una demostración de las afirmaciones hechas por Diego de Landa. El investigador mexicano Caso dio una nota más optimista diciendo en su artículo sobre Historia de Centro América, que las estelas mayas iban a revelar la historia del pueblo que las esculpió una vez se utilizaran los métodos sugeridos por Thompson.
ESCUELA ESPAÑOLA
Pacificada provisionalmente la península yucateca, comenzó el trabajo misionero, llevado a cabo principalmente por religiosos Franciscanos; entre ellos, uno dejó su nombre indisolublemente unido a la ciencia maya, el segundo Obispo de Yucatán, Fray Diego de Landa.
Su figura histórica, trasmitida a través de procesos y contra procesos fue más conocida por los azotes que mandó a propinar a los indígenas recalcitrantes o por su famosísimo auto de fe de Maní, que alguna afición que se le conociera a estudios o investigaciones.
Trescientos años después de su muerte, apareció el extracto de una Relación elaborada por él sobre la civilización maya, y la extraordinaria calidad de los datos de aquellas breves páginas ha colocado su nombre en el primer puesto de los investigadores del mayismo.
Añadimos que esto no ha impedido que muchos escritores repitan los epítetos de fanático e inculto, a los que se hizo acreedor entre sus compañeros y en España, sin prejuicio de verse obligados a reconocer la asombrosa nimiedad y fidelidad científica de su Relación. Para ser justos, se reconoce que ni Thompson ni Knorosov cayeron en esta ramplonería y que no perdería nada la obra de Zimmermann suprimiendo en ella la alusión al “Religiosem Fanatismus”, que no añade gran cosa a los méritos de su investigación.
Landa transmitió una buena colección de glifos representativos de los veinte días del mes sagrado; habló de sus coeficientes numéricos, de las diversas combinaciones en que se centraban ambas para formar el primer ciclo de doscientos sesenta días.
Señaló además la existencia del año de trescientos sesenticinco días con los cinco días uayeb, y de lo que él llamó la lucha de los ahaus. Dio además los signos glíficos de los meses y los nombres y oficios de los cargadores del año: bacabes.
Recordó por otra parte, la serie de ritos mágicos-religiosos que esmaltaron los tiempos del año y el uso que los sacerdotes hicieron de sus conocimientos astronómicos, para adivinar el futuro y las fortunas de los tiempos.
Landa insinuó además de la existencia de una incipiente escritura silábica al modo azteca y estableció algunos ejemplos de su uso. Esta escritura extraordinariamente complicada, cedió pronto su puesto a la escritura de tipo español en que aprendieron a transcribir su lengua, los jefes espirituales del pueblo maya.
Dentro del período español, hay que colocar la serie de libros escritos en caracteres españoles que sustituyeron a los libros mágicos de antaño que, eran enterrados habitualmente con sus poseedores. Los nuevos libros mágicos se conocen con el nombre popular de CHILAM – BALAM, algunos de ellos pudieran aún estar en uso entre los sacerdotes-brujos de la actualidad.
Los actualmente conocidos fueron publicados por Juan Pío Pérez, investigador, que conectó la escuela española con el actual grupo mexicano. Junto a Landa pero a bastante distancia de él se numeran algunos cronistas de los que nunca se prescinde en la investigación maya, tales: López de Cogolludo (1,688), Lizana (1,633), Sánchez del Águila (1,639) o Las Relaciones comprendidas en los dos volúmenes (XL y XLI) de la segunda serie de la colección de Documentos Inéditos para la Historia de Hispanoamérica (Madrid, 1,898).
Abundante y decisiva fue la aportación de la Escuela Española, tanto en la fijación del maya clásico con los magníficos diccionarios y Artes (San Francisco, Motual, Coronel…), como en el estudio de las lenguas más o menos emparentadas con el maya que pudieran iluminar el remoto pasado de este idioma. Ante esa riqueza lingüística, los estudiosos adoptaron distintas posiciones, consecuencias de sus respectivas teorías.
Los fonetistas consideraron imprescindible la reconstrucción de un maya arcaico antes de lanzarse a la aventura de la fonetización de los glifos; los simbolistas no tomaron en cuenta esos detalles. J. Eric S. Thompson, por ejemplo adoptó la doctrina de la inmovilidad del maya, para tomar como base el maya clásico de su interpretación. Más tarde, el entusiasmo con que W. Gates coleccionó todos los manuscritos referentes a lenguas emparentadas con el maya, como trabajo preliminar al Diccionario Glífico que trataba de presentar.
No fue abundante la aportación del período español en el campo de la arqueología, sin embargo, hicieron algo bueno: respetar la mayoría de los monumentos que, tanto en Yucatán como en las tierras altas de Guatemala llegaron al período independiente en casi total integridad.
Se conservan algunas descripciones, como las de Fuentes y Guzmán, a quien no faltó la preocupación de tomar las medidas correspondientes para que sus estudios fueran documentos arqueológicos de primer valor.
Con método moderno fueron exploradas, solamente las ruinas de Palenque, de las que se conservan planos de sus plantas, alzadas, reproducciones y vaciados en el Archivo de Indias y en el Museo de América de Madrid.
ESCUELA FRANCESA
No fue exclusivamente francesa la investigación de los años comprendidos en la segunda mitad del siglo XIX, pero nombres como el del Abate Brasseur de Bourbourg dieron nombre a una escuela de mayismo. Al gran público europeo llegó el conocimiento de los restos arqueológicos mayas a través de las descripciones de Stephens en 1,843 y de Catherwood en 1,844. Por las mismas fechas apareció el Códice de Dresde en la colección de Lord Kingsbourgh hacia 1831 y 1848.
Faltó sin embargo, establecer la conexión entre códices e inscripciones y dar con alguna clave que ayudara a su interpretación. Esto fue obra del Abate Carlos Esteban Brasseur de Bourbourg quien desde hacía varios años se dedicaba a la investigación en América, iniciándola en Canadá, luego en México y posteriormente en Guatemala.
Desempeñó en diversos cargos eclesiásticos en estos países, lo que le permitió entrar en contacto con personas e instituciones que poseían verdaderos tesoros en antiguos manuscritos, sin que parecieran conocer su valor.
Brasseur localizó entre otras obras: el famoso texto original de Ximénez conocido con el nombre de Popol Vuh; con manuscritos de todas procedencias formó una biblioteca y sobre tan amplia base publicó una colección de obras, valiosas en conjunto, aunque el exceso de fecundidad quitó interés a su aportación.
Brasseur encontró en Madrid, entre los documentos reunidos por el historiador español Muñoz para su Historia de América, el texto de la Relación de las cosas de Yucatán, que había de ser, en frases de Thompson, lo más parecido a la piedra roseta de la interpretación glífica. Identificó y publicó el llamado Códice Troyano y con estas dos publicaciones introdujo en el público científico europeo el tema de la insospechada cultura maya hacia los años 1,862 y 1,869.
Una de las aportaciones positivas de Brasseur fue la identificación en Códices e inscripciones de glifos de los días conservados por Landa. También se debe a él, la primera sistematización de la numeración de barras y puntos, aunque en ello no pasó de los primeros atisbos. El resto de sus interpretaciones glíficas sobre la base fonética del alfabeto de Landa, fue estéril.
El sistema de la numeración de barra y punto es reconocible en la mayoría de los glifos mayas. Las cuentas en unidades de veinte (sistema vigesimal) fueron utilizadas tanto en el lenguaje como en la escritura. Los numerales usualmente se escriben con puntos y barras, representándose una unidad por medio de un punto y cinco unidades por medio de una barra.
Otros investigadores franceses como León de Rosny (1,876-1,883), A. Pousse (1,884) y otros más recientes que pretendieron salvar la base de la interpretación glífica por el mismo procedimiento fonético, no tuvieron éxito. Sin embargo Pousse tiene en su haber la explicación del sentido de los colores rojo y negro en las cifras numéricas.
ESCUELA ALEMANA
Sobre la investigación del Códice Dresden se hace su entrada en el campo maya la escuela alemana. Ernest Forstemann tuvo brillantes resultados al identificar los grandes números que se repiten incansables en las páginas del Códice. Subió el punto de interés de la investigación al comprobarse que los compiladores del Códice manejaron bien las operaciones aritméticas y al constatar que muchas de aquellas series de cifras casaron bien en los ciclos lunares o venusianos.
Forstemann analizó hasta los últimos detalles del calendario maya: estableció tablas para su estudio; descubrió las cifras 0 y 20 (que Thompson prefirió que fueran interpretadas como como señales de completo y plenitud); fijó la fecha 4 Ahau 8 Cumhu para el comienzo ideal de los ciclos mayas e identificó en los glifos de Copán la primera serie inicial que tantas perspectivas abrió sobre la problemática del calendario maya (1,891 – 1,897).
Hay que colocar entre los primeros lugares de la escuela germana al investigador E. Seler (1,889 – 1,917) cuyos méritos no estriban tanto en la interpretación glífica maya, cuanto en la demostración, realizada por convergencia de multitud de identificaciones, de la fundamental unidad cultural del área azteca-maya.
En los estudios de Seler habría que colocar también la base de la nueva dirección que experimentó la escuela alemana que dio por terminada la investigación matemática-astronómica e inició la tarea de identificación de los dioses del panteón maya. En este aspecto ocupó lugar destacado P. Schellhas (1,904 – 1,945) quien identificó una multitud de deidades a las que señaló con las letras del alfabeto, y H. Beyer (1,908 – 1,945) cuyos trabajos abarcaron multitud de aspectos de la glífica maya, siendo su especialidad el análisis individual de cada uno de los signos y su descomposición, en elementos principales e infijos secundarios.
ESCUELA ESTADOUNIDENSE
Se le considera como escuela a partir de las publicaciones de Stephens, los estudios de Maudslay (1,882 – 1,902) y de Goodman incluidos casi todos ellos en la Biología Centrali Americana (London, 1,898 – 1,902).
La primera gran figura estadounidense es la de D. G. Brinton (1,822-1,900), que establece un sistema ecléctico de interpretación glífica, que sirvió de norma a muchos investigadores estadounidenses; ya que es típico de esa escuela el objetivismo con que busca poner al alcance de todos, los elementos de trabajo y el sentido pedagógico para facilitar la entrada al campo algo misterioso de los glifos mayas al mayor número de investigadores.
La escuela estadounidense por medio de las grandes empresas de investigación como la Peabody, acometió una gran obra de restauración arqueológica y la Carnegie publicó dos grandes enciclopedias de inscripciones mayas: The inscriptiones at Copán (1,920) y The Inscriptiones of Petén (1,938) publicadas ambas bajo la dirección del investigador Sylvanus G. Morley, con lo que más se acercaron a una serie de los glifos esculpidos. Sobre todo los cinco volúmenes de la segunda constituyen una obra monumental y de escrupulosa exactitud.
Reconoció en 1,915 dos tipos de glifos: NUMERALES y CALENDARICOS.
Es nombre importante en la escuela estadounidense, William Gates, quien con menor o mayor ayuda de la John Hopkins University, puso en marcha la Maya Society y llegó a reunir la más completa colección de copias fotográficas de obras manuscritas, que tratan de lingüística o etnología maya. En 1,948 se conservaron esas copias en grandes vidrios de tamaño folio esperando ser vendidas en pública subasta.
Gates abrigó el ambicioso plan de compilar un diccionario de lenguas mayences o maya-quichés juntamente con una serie de gramáticas comparadas con una serie de reconstrucciones del maya arcaico que es base fonética de los glifos fonéticos o interpretación lingüística de los glifos ideológicos. Publicó el diccionario, del cual no se conoce que haya algunos ejemplares aún.
El español N. J. Andrade trabajó muchos años para la Universidad de Chicago, realizó investigaciones de lingüística mayense.
La investigadora estadounidense Rebeca Herr de Boulder, Colorado; publicó en 1,990 un manual de enseñanza que contiene la Tabla de los 96 glifos, la cual es una introducción al contenido glífico de la antigua ciudad maya de Palenque, incluyendo una lectura de las inscripciones y una descripción del proceso de desciframiento de uno de los más fascinantes sistemas de escritura.
EL ESTUDIO DE J. ERIC S. THOMPSON
En su trabajo de investigación, de 347 páginas, editado en 1950, Thompson pasó revista a las demás investigaciones que se hicieron en su tiempo y valoró el sentido que cada investigador le fue dando a los glifos y a sus afijos e infijos. La marcha fue lenta pero exacta, cada glifo presentado lleva todas las características de su procedencia y es fácil situarlo en el códice o estela correspondiente.
Cada capítulo aporta junto a las antiguas, las soluciones aportadas por Thompson y son sugeridas de vez en vez las frases que en la mente de los escultores corresponderían a las secuencias de los glifos. El autor sigue su criterio ecléctico característico en la tendencia estadounidense, aprovechó desde el alfabeto de Landa, hasta las últimas sugerencias de los investigadores que le precedieron y consideró que la interpretación ha de partir de un conocimiento cada vez mayor de la vida anímica maya para que los glifos puedan despertar ideas capaces de contenido.
Thompson consideró que su mayor éxito fue la interpretación que dio a los glifos no astronómicos del códice Dresde en los que encontró después de cuatro siglos, la clave de la adivinación mágica de los días afortunados y desafortunados, llegando así a una coincidencia con el sistema propuesto por Landa.
La experiencia de los libros mayas escritos en la escritura castellana hizo que Thompson pensara no encontrar relaciones de tipo histórico en los glifos desconocidos. En cambio, se entusiasmó con la “visión maya de la eternidad siempre en movimiento, concebida como una carga que se va depositando al final de cada ciclo” que tan dramáticamente está representada en uno de los dinteles de las ruinas de Copán.
Thompson no aceptó las cuentas astronómicas de los ciclos de Mercurio, Marte o Saturno, y consideró que los cálculos mayas eran más importantes para la determinación del glifo y coeficiente de un día cualquiera secuencia de miles y millones de años que la exactitud en la determinación de los ciclos astronómicos de cualquier planeta.
El libro de Thompson encontró bastante aceptación entre los mayistas y muchas de sus conclusiones fueron aceptadas como expresión de unánime opinión. Reconoció varios tipos de glifos: TIPO ACERTIJO, PICTORICOS, IDEOGRAFICOS, NOMINALES, VERBALES, NUMERALES y CALIFICADORES.
Declaró además, que todos los monumentos mayas fueron erigidos esencialmente en honor de un tiempo abstracto deificado.
EL ESTUDIO DE ZIMMERMANN
Fue examinando individualmente cada glifo y señaló los lugares donde se encuentra cada códice y las variantes con que en cada lugar se presenta. El trabajo de Zimmermann es un método de investigación, confió en que se hiciera lo mismo en los trabajos esculpidos en los diversos monumentos de los mayas, para contar con un trabajo analítico, para que la mente del investigador quedara libre de distracciones y poder concentrarse únicamente en la minuciosidad del glifo individual. Reconoció dos tipos de glifos: PRINCIPALES y AFIJOS.
Es un método interesante, tal vez excesivamente meticuloso para un sistema de escritura que según todos los investigadores se caracteriza por la amplia libertad que concede al artista individual para modificar a su gusto las características de los glifos. Un análisis tan riguroso pudo llevar a construcciones apriorísticas.
EL ESTUDIO DE KRONOSOV
Kronosov reconoció que muchos de los glifos son simbólicos; postuló sin embargo, la existencia de fonéticos y para ellos trató de reconstruir con métodos semejantes a los de la escuela de Praga, el sistema fonético maya; pero careció de los medios más importantes para dicha reconstrucción, reconoció también que el grupo de los fonetistas había rendido pocos frutos en sus investigaciones. Kronosov señaló tres tipos de glifos: IDEOGRAFICOS, FONETICOS y CLAVES.
El investigador alemán Barthel, en su artículo presentado al Congreso de americanistas, en Copenhague, mencionó la amplia coincidencia a que llegaron las escuelas americana y alemana de investigación maya.
Landa es la fuente original de las series de investigaciones glíficas que se han realizado en un siglo de trabajo, además es el origen de la máxima discrepancia entre las escuelas al proponer junto a los glifos sin valor fonético representativos de días y meses, a los glifos que servían para la escritura cotidiana y que representaban sonidos a través de las imágenes que despertaban en el lector. Es natural que partiendo de la misma base literaria, las escuelas hermenéuticas hayan mantenido estrecho parentesco.
La escuela fonética de los primeros tiempos se dejó llevar en exceso de la imaginación y creyó que la mayor parte de los glifos representaban los sonidos y que estos deberían ser identificados en los veintitrés signos sugeridos por Landa. Los fonetistas admitieron la coexistencia de distintos tipos de glifos de los que sólo algunos habrían de representar fonemas.
El investigador mayense Cirus Thomas en 1,894 opinó que los actuales glifos habría que considerarlos como intermedios entre el fonetismo y el ideo grafismo. Las interpretaciones de los glifos fueron avanzando y se puede decir que cada uno de los investigadores aportó positivamente datos que hoy en día se consideran básicos para su interpretación.
En 1,961 Thompson presentó un resumen de sus actividades mayistas en un simposium de la Middle American Anthropological Association, titulado “Research in maya hierogliphi Writing”, el cual fue publicado por la Pan American Union de Washington, D. C.
Para 1,962 se tuvo casi completo el catálogo de los glifos mayas, el cual comprende 150 elementos principales y 210 afijos, sin contar los glifos que representan dioses o animales, o los calendáricos, cuyo significado es obvio.
De dicho catálogo el investigador y sacerdote jesuita, Carmelo Sáenz de Santa María, dedujo: A) la existencia de ciertas regiones culturales caracterizadas por glifos típicos; B) algunas discrepancias en la aceptación de la fecha inicial, de la que Punc se separó muy pronto y a la que no estuvo siempre sometida Yaxchilán.
Thompson no confió en que las lenguas mayences modernas pudieran servir para la interpretación del maya clásico y aún dado el caso, de llegar al desciframiento, supuso que no hallaría nada de interés actual, ya que por una parte sí los mayas han conservado invariable su calendario hasta hoy, no le pareció que se hayan interesado por la sucesión cronológica de los hechos pues emparejaron en el pasado a españoles e itzaes, a Kukulkán y bucaneros ingleses; el místico fluir del tiempo con sus cambiantes fechas y su juego de signos y números es lo que parece formar el tema siempre repetido de sus glifos.
La escuela española en su ámbito de investigación mayista recomendó la redacción de un manual pedagógico que abriera los secretos de la investigación a los principiantes, para lo cual serviría de base el manual de Morley, “An Introduction to the study of the Maya hieroglyph” editado en 1,915 el cual debía revisarse y poner al día.
Investigadores guatemaltecos y mexicanos se han dedicado no tanto a la interpretación glífica cuanto a la investigación etnológica o lingüística; se reconoce a J. Martínez Hernández quien aportó opiniones sobre correlación calendárica; Antonio Caso, H Escalona Ramos, A. Goubaud Carrera y otros.
En 1,930 el investigador guatemalteco José Antonio Villacorta editó un Manual para el estudio de los códices mayas, el cual ha sido una guía inicial para los investigadores que han examinado el Códice Trocortesiano que se encuentra en permanente exposición en el Museo de América en Madrid.
El doctor Heinrich Berlin-Neubart hizo valiosas aportaciones con sus trabajos de investigación en Tikal, Kaminal Juyú y en los Estados de Chiapas, Yucatán, Campeche y Tabasco en México. Inició sus investigaciones en el campo de la escritura glífica maya en año 1,942 en las ruinas de Palenque donde realizó un importante hallazgo sobre el glifo emblema que vino a ser una de las primeras respuestas para encontrar nuevos significados no matemáticos y astronómicos en la epigrafía maya, identificando de esta manera los glifos que correspondían a algunos de los principales centros arqueológicos mayas.
Publicó el libro “Signos y significados en las inscripciones mayas” el cual vino a ser una apología del sentido histórico de las nuevas tendencias epigráficas mayas.
Una vez presentados los aspectos más relevantes de las escuelas y de los investigadores mayistas, pasamos a presentar la definición de Maya, que hace el Doctor Berlin: “Maya será para nosotros lo siguiente: un mundo cultural, preferentemente anterior a la conquista española y en un hábitat específico, toda la península de Yucatán hasta su base sobre una línea imaginaria desde Comalcalco, Tabasco, pasando por Comitán, Chiapas, hasta Copán, Honduras”.
Así mismo, Berlin dijo que “el número tan alto de signos diferentes – casi 700 – excluye la existencia de un alfabeto, por lo que queda descartada la idea de la existencia de una escritura alfabética maya”.
B I B L I O G R A F I A |
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J. Eric. S. Thompson: | Maya Hierogliphic Writing IntroductionCarnegie Institution of Washingtonpublication 589, Washington D.C.1950. |
Gunter Zimmermann: | Die Hieroglyphen der Maya-HandschriftenUniversitat Hamburg |
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T. S. Rarthel: | Die Gegemwartige Situation in der Erfosrchungder Maya Schrift.Journal de la Societé des AméricanistesVol. XLV, Paris, 1,956. |
Sáenz de Santa María s.j.: | “Hacia la solución del problema jeroglífico Maya” Periódico El Imparcial, 7 de Octubre de 1961. Guatemala. |
Berlin-Neubart, Heinrich: | “Signos y significados en las inscripciones mayas”.Editorial José de Pineda Ibarra,Guatemala, 1977. |
Herr, Rebecca: | Teaching Book. “The Tablet of the 96 glyphsMaya Classics” Boulder,Colorado U.S.A.1990. |
Von Hagen, Víctor W.: | “El Mundo de los Mayas”.Traducción de Mario Bracamonte C. 16ava.Impresión Editorial Diana, México 1982. |
Versión electrónica. | “El fin del mundo maya 2012” ABCciencia.esGoogle. 2012. |