HISTORIA…
LA PENITENCIARÍA CENTRAL DE GUATEMALA
Fernando Mollinedo C.
La Municipalidad de la ciudad de Guatemala nombró el 9 de julio de 1875 al señor José F. Quezada para efectuar una visita a la cárcel de hombres y la Casa de Corrección de Santa Catarina ubicada en la 3ª. Avenida y 5ª. Calle de la actual zona 1; en su informe dio a conocer las condiciones infrahumanas, sanitarias y falta de higiene; motivo suficiente para que las autoridades municipales pensaran en la construcción de un centro carcelario amplio y con las condiciones para una vida higiénica con seguridad y moralidad.
La primera intención de las autoridades municipales fue trasladar la cárcel hacia el Convento de Santo Domingo, a lo cual se indicó el señor J. F. Quezada que no reunía las condiciones requeridas para una cárcel, por lo que, en sesión ordinaria realizada el 17 de diciembre de 1875 se acordó y aprobó la construcción de la Penitenciaría Central (AGCA. B.78.17. Expediente. 35677, Legajo. 1487. Folio 5.)
El presidente J. Rufino Barrios hizo eco de la iniciativa propuesta por la Municipalidad de la ciudad de Guatemala en el sentido de construir un presidio monumental para alojar a la creciente población delincuencial y emitió el Acuerdo de fecha 11 de enero de 1877 acordando la construcción de la Penitenciaría; la Secretaría de Fomento en ese entonces (Ministerio de Finanzas actualmente) convocó a un concurso para diseñar los planos de construcción; los ingenieros Julián Rivera y Maestre, Francisco Mariciante, Juan Stivill y Vidal, y Antonio Guerrero presentaron sus proyectos; el ganador fue el proyecto de Julián Rivera y Maestre quien se desempeñaba como Director de obras públicas. Su diseño original fue considerado para la estancia de 500 reos.
EDIFICIO DE LA PENITENCIARÍA CENTRAL DE GUATEMALA,
CUANDO LAS CALLES ERAN EMPEDRADAS.
Un mes después, en febrero de 1877 fue colocada la primera piedra del edifico que sería la Penitenciaría Central, pero los trabajos formales de construcción se iniciaron dos años después en enero de 1879. La Penitenciaría de Guatemala estuvo ubicada a un kilómetro de la ciudad, es decir, en las afueras de la ciudad, sobre un terreno totalmente despoblado denominado El Campamento con una extensión de 19, 900 metros cuadrados (2 manzanas) situado “al sur de la plaza de toros y de la colina del Cielito” (sobre la 7ª. Avenida y 21 calles de la zona 1 donde hoy están la Corte Suprema de Justicia y la Torre de Tribunales).
En 1878, ya en construcción la Penitenciaría, el ministro de justicia M. J. Barberena envió un informe al Congreso Internacional Penitenciario que se celebró ese año en Estocolmo, donde indicó el número de unos dos mil setecientos reos en la república, lo cual consideró el gobierno como excesivo para una población de un millón doscientos mil habitantes; así mismo refirió el informe el estado de las cárceles del país.
El material utilizado para su edificación fue terrón, piedra, adobe y madera; la construcción tuvo un estilo arquitectónico tipo fortaleza militar; dos años después bajo la dirección de Director de Obras Públicas José Beckers se hicieron ajustes al plano original con las innovaciones plasmadas en planos de centros carcelarios europeos.
El muro exterior tuvo una altura aproximada de 7 metros por 1 de ancho sobre el cual se construyeron 6 torreones de vigilancia ubicados uno en cada esquina, otro sobre la pared del denominado Triángulo y otro en el centro de la pared de la 9ª. Avenida.
El área administrativa estuvo en el primer nivel donde funcionó el Almacén de Ventas de productos elaborados por los reclusos (trabajos de palma, mimbre y cordel), la Alcaidía, Departamento fotográfico, Control de encomiendas, correspondencia, Registro y control de reservados, Archivo, Fichaje y contabilidad. En el segundo piso (nivel) la Dirección del Centro y Sala de espera.
En el primer patio (de dos) funcionaron la capellanía, servicio social, sector de leña, economato, despensa, dormitorio de tropa, comedor de oficiales y cancha de básquetbol.
Tuvo 16 cuadras o pabellones; tres de ellas (6ª, 9ª. y 13) fueron subterráneas, las dos primeras destinadas a los reos reincidentes y en la otra a los multireincidentes. En las cuadras 1, 2 y 3 los internos de buena conducta que trabajaban para el centro penal; en la 4ª. los músicos, en la 5ª. los inválidos y ancianos; en la 10ª. y 14, los obreros, en la 16 los homosexuales y en la 15 los tuberculosos, èstos últimos fueron trasladados en el año 1958 al Hospital especializado “Cristóbal Colón” (hoy denominado San Vicente”) ubicado en la Finca nacional “La Verbena” en la zona 7 de la ciudad.
Su nombre oficial fue Penitenciaría Central de Guatemala pues en todas las cabeceras departamentales existió una cárcel o penitenciaría que generalmente estaba ubicada en el edificio de la Jefatura Política, Gobernación o bien en las instalaciones municipales.
El objetivo fue recluir a los presos en un lugar donde pudieran regenerarse, es decir, un establecimiento carcelario donde se cumplieron las penas o penitencias, y por ello derivó su nombre en Penitenciaría. Fue inaugurada el 18 de noviembre en el año 1881. Como innovaciones en el sistema carcelario de esa época, se instauraron talleres para realizar oficios de sastrería, pintura, hojalatería, carpintería y tejidos, biblioteca, hospital y una escuela de primeras letras que contó con 12 aulas.
El Acuerdo Gubernativo de fecha 28 de febrero de 1887 estableció que la Penitenciaría Central fuera dependencia de la Secretaría de Gobernación y Justicia y ya no dependiera de la Secretaría de Fomento. Los terremotos de 1917 y 1918 dejaron muchos daños estructurales en la muralla que daba a la 21 calle y en la fachada, mismos que los propios reos reconstruyeron.
Después del derrocamiento de Manuel Estrada Cabrera en 1920 el presidente Carlos Herrera ordenó su demolición por medio del Acuerdo Gubernativo de fecha 21 de abril de 1920 (AGCA, “Acuerdos de la Secretaría de Gobernación y Justicia”. Tomo I, Año de 1920. Legajo Número 32926), dicha orden no se cumplió debido a que el Estado no contó en ese entonces con otro inmueble de grandes proporciones para el alojamiento de la población penitenciaria.
Los tratos crueles e inhumanos que sufrió la población reclusa en el interior de la penitenciaría, por motivos políticos o delincuencia común fueron comunes y corrientes; cito estos ejemplos: cubeteo, consistió en el uso de una cubeta para echar agua en los servicios sanitarios y lavarlos; la flagelación con golpes de látigos y varas verdes de árbol de membrillo y luego su envío a trabajos forzados en “La Pedrera”, fábrica de cemento ubicada en el norte de la ciudad (hoy zona 6) donde fueron obligados a extraer manualmente y acarrear dicho material que sirvió para la construcción de algunos inmuebles gubernamentales; la humillación por hambre, aplicada especialmente a los presos políticos; y los trabajos forzados consistentes en la extracción, recolección y acarreo de material de construcción en La Ladrillera y Adobera, Pedrera zona 6, El Cielito, Asilo de Maternidad “Doña Joaquina” entre otros.
Durante el gobierno de J. Rufino Barrios siempre hubo encargados de grupos, quienes ejercieron mando sobre las acciones que debían realizar los reclusos, ese encargo fue tan brutal que simplemente se convirtieron en verdugos. Uno de èstos, conocido como Tata Juan, fue considerado como el decano de la penitenciaría pues permaneció en ella desde su fundación.
En el ejercicio presidencial de Manuel Estrada Cabrera, el reo privilegiado Roberto Isaac Barillas denominado Tata Dios, homicida reincidente, de conducta irreflexiva y experto en torturas fue el encargado de la sección de los presos políticos. Según la Gaceta de la Policía, el 16 de septiembre de 1922 por encargo salió de la “Peni” para matar con arma blanca al señor Mariano Ortiz; volvió al centro reclusorio donde le abrieron las puertas.
Para controlar la sobrepoblación fue necesario emitir un Reglamento Interno por medio del cual se designó a un grupo privilegiado de reos con buena conducta y aptitudes de mando para gobernar a los demás, lo que significó posteriormente la creación de un grupo de poder interno que derivó en la comisión de abusos y atropellos debido a la incapacidad de personal operativo.
Los internos (presos) utilizaron un uniforme blanco con rayas rojas y luego azules con un gorro estilo bonete rayado, con lo cual se diferenciaba de la población masculina cuando era conducido por las calles de la ciudad a los Juzgados para las diligencias judiciales con su respectivo guardia custodio.
Las bartolinas estuvieron ubicadas en el área del Triángulo y eran cuartos pequeños y oscuros de tres varas de largo por una y media de ancho con puerta de hierro y solo tenían un pequeño orificio en la parte superior para efectos de ventilación. A las cinco de la mañana “San Pedro” como le llamaron los reos por el manojo de llaves que siempre llevaba en la mano, fue el encargado de recorrer el callejón de las bartolinas para abrir uno por uno los cerrojos de estas y que su habitante saliera a ver de nuevo la luz del día.
Las mismas costumbres gubernamentales fueron heredadas por el presidente Jorge Ubico, quien como un calco de sus antecesores arremetió contra sus rivales y/o enemigos políticos encarcelándolos y aplicándoles la ley fuga para deshacerse de ellos.
El sacerdote español Antonio López Martín, integrante de la Congregación de los Mercedarios, indica en su obra “Cien años de Historia Penitenciaria en Guatemala”, que la Penitenciaría Central de Guatemala fue conceptuada como una de las mejores en su tiempo diseñada para una población de 500 personas; sin embargo, para el año 1968 albergó a más de 2,500, es decir, cinco veces más de su capacidad original.
Dentro de las instalaciones de la Penitenciaría se realizaron innumerables ejecuciones por medio del fusilamiento, incluso el de la primera mujer y de varios hombres por delitos comunes: haber robado Q.0.50 cincuenta centavos de quetzal; pero la mayoría por motivos políticos bajo los cargos de rebelión frustrada, sedición consumada, tenencia de explosivos, conspiración contra el presidente Manuel Estrada Cabrera. No se salvaron dos miembros de la Guardia Civil quienes asesinaron a once anticomunistas en la Antigua Guatemala. Hubo también ejecuciones frustradas de madre e hijo y de quien pidió clemencia para la fusilada.
Las visitas de hombres y mujeres se efectuaron en un corredor bajo techo con forma de herradura cuadrada con una pared de un metro y una malla metálica que los separaba, cuando estaban frente a frente, ambos ponían las manos en la malla con los dedos hacia arriba.
En el año 1936 se formó el grupo artístico de marimba “El alma cautiva”, con el cual amenizaba los días de visita bajo la dirección del Maestro Cupertino Soberanis; hubo también una Banda Marcial que daba conciertos los días sábados, domingos y días festivos en el Parque Navidad, situado donde actualmente se encuentran las oficinas centrales del IGSS.
En la presidencia humanista del Doctor Juan José Arévalo se realizó un convenio entre los gobiernos de Guatemala y Estados Unidos, para realizar acciones nefastas en contra de la población reclusa, consistentes en experimentos médicos con los reos y algunas prostitutas; a quienes se les inoculó las bacterias de la Sífilis y Blenorragia (Gonorrea).
BIBLIOGRAFÌA:
SANTA CRUZ NORIEGA, JOSÉ. “Barrios, Dictador, (1876-1879) Tomo III, Tipografía Nacional, Guatemala, 1996.
DÍAZ, VÍCTOR MIGUEL “Barrios ante la posteridad” Tipografía Nacional, Guatemala, 1935.
LÓPEZ MARTÍN, ANTONIO. Sacerdote Mercedario. “Cien Años de Historia Penitenciaria en Guatemala” Tipografía Nacional, Guatemala, 1978.
ARÉVALO MARTÍNEZ, RAFAEL. “Ecce Pericles” 2ª. Edición, Editorial Educativa Centro Americana EDUCA, Guatemala, 1982.
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